Obtuvo un contundente apoyo y se convirtió en uno de los candidatos para gobernar a España. El nuevo líder conservador tiene como objetivo estabilizar al partido.
Los conservadores españoles eligieron este sábado en Sevilla a Alberto Núñez Feijóo como su nuevo presidente con el 98,35 % de los votos válidos de los compromisarios que participan en el XX Congreso del Partido Popular (PP), primera fuerza de oposición.
Núñez Feijóo era el único candidato a suceder a Pablo Casado, que renunció a presentarse a la reelección tras una grave crisis interna que amenazaba con dividir al PP.
El nuevo líder conservador deberá estabilizar el partido y enderezar su rumbo con vistas a ganar las próximas elecciones generales, previstas a finales de 2023, y poder gobernar.
Con fama de pragmático y moderado, incluso más centrista que conservador, Núñez Feijóo se presentó respaldado por los militantes de base, los altos cargos y los barones del PP. Y con el aval de una experiencia amplia de gestión en la región autónoma de Galicia (noroeste), de la que es presidente desde 2009, y donde ha ganado cuatro elecciones con mayoría absoluta consecutivamente.
“No soy nuevo, ni desconocido, ni una incógnita. Entenderán que un tío de 60 tacos (años) no está como para bromas”, dijo Feijóo tras la victoria en la mayor fuerza de oposición en España.
Feijóo, un político experimentado de 60 años que presidía la región de Galicia (noroeste de España), era el único candidato a sustituir a Casado y en esa carrera recibió más del 98% de los votos de los representantes que asisten al congreso extraordinario de la agrupación en la ciudad de Sevilla.
El nuevo presidente del PP avisó también que evitará los discursos agresivos contra la oposición: “No estoy aquí para insultar al presidente del Gobierno (Pedro Sánchez), sino para ganarle”. Sobre su estilo, lanzó otra advertencia: “Moderación no es tibieza, diálogo no es sometimiento”.
Feijóo es uno de los políticos regionales más reconocidos ya que tuvo cuatro mayorías absolutas consecutivas que le han permitido mantenerse en el poder en Galicia durante los últimos 13 años, informó la agencia de noticias AFP.
Su estilo pausado se suele comparar al del expresidente Mariano Rajoy (2011-2018), también gallego.
Los 13 años al frente del Gobierno de Galicia se sucedieron mientras en España emergían partidos alternativos que erosionaban a las dos grandes formaciones de la era democrática, el PSOE y el PP, como los liberales de Ciudadanos, la extrema izquierda de Podemos y la extrema derecha de Vox.
A Feijóo le esperan un Pedro Sánchez que permanece en el poder con una minoría de 120 diputados -de 350- gracias al apoyo de independentistas catalanes y vascos, y de la extrema izquierda, y un Vox que en apenas ocho años no para de crecer en el espacio de los populares y tiene ya 52 diputados contra 88 del PP.
En su favor juega que el tiempo hasta las elecciones -previsiblemente a finales de 2023- será de desgaste para el Gobierno, por culpa de la falta de abastecimiento de alimentos, combustibles y suministro eléctrico, y la incertidumbre mundial por la guerra en Ucrania.
Vox se convirtió en otro dolor de cabeza para el PP, pese a que según sondeos recientes podría necesitarlo como aliado para gobernar a nivel nacional.
El flamante presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, visitó la ciudad en 2019. En una de sus actividades recorrió el Paseo Aldrey, junto al empresario Florencio Aldrey.
De hecho, el PP acaba de aceptar, con el beneplácito de Feijóo, que la formación de extrema derecha entre por primera vez en un Gobierno regional, en la región de Castilla y León (centro norte del país).
El terremoto en el PP comenzó el febrero pasado, cuando Casado se enfrentó a la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la política más valorada del PP, por un controvertido contrato de compra de barbijos por el que el hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Casado llegó a sugerir que Díaz Ayuso podría haber incurrido en tráfico de influencias y le abrió un expediente interno, pero apenas horas más tarde lo cerró luego de conversar con ella y considerar que había resuelto sus dudas.
Pero desde entonces, Casado vio cómo buena parte de los líderes de su formación le retiraba su apoyo, sobre todo después de que la prensa denunciara que las autoridades partidarias quisieron espiar al hermano de Díaz Ayuso a través de una agencia privada de detectives.